El sermón del cura anarquista

Albert Hola (@holalbert)*

Bonan matenon,

Aquellos a quienes los soberbios llaman masa como si fueran algo amorfo y dirigible, en lugar de una suma de individualidades sociales. ¡Un respeto por la capacidad de criterio individual! Pues la mayoría de individualidades de la práctica totalidad de las formaciones sociales ha optado, quizás libremente, quizás mediatizada por el sustrato sociocultural correspondiente, por el hedonismo inmediato, el hormigueo en beneficio exclusivo individual y un cierto síndrome de Estocolmo de identificación con el corrupto de turno. La cosa corre de broma en broma: “es un ladrón y me alegro de que lo hayan pillado; pero yo, si pudiera, haría lo mismo”.

Es La Tierra que tenemos y nuestras longevas trayectorias vitales pocos horizontes oníricos parecen alumbrar para la realidad.

Aquellos que creíamos en los objetivos fundacionales y nos extenuábamos por La Idea sembrando en oídos sordos y siendo descarnados por hienas, buitres o sanguijuelas, fundámonos todas y todos pues.

Juntemos nuestros ahorros y compremos viviendas y tierras en un pueblo de pequeñas dimensiones. Poblémoslo progresivamente hasta ser una suma importante. Fundemos cooperativas de consumo y compremos en ellas. Hundamos la panadería, la frutería, el bazar burgueses. Cuando nos sea posible creemos cooperativas de producción y de servicios. Arruinemos a las empresas burguesas. En el tiempo que ello suceda todo el pueblo será cooperativista.

Muchos y muchas de nosotras trabajaremos todavía alienados en otros contextos fuera de la localidad: ello nos proporcionará más recursos y conocimientos en los primeros momentos. Será necesaria la solidaridad exterior en los primeros tiempos. Posteriormente se retornará multiplicada en forma de reciprocidad. Ayuda mutua.

Ocupemos el poder municipal en el momento en que seamos suficientes: elecciones burguesas y después Consejo Abierto. No ha lugar a traiciones. No olvidemos ser las irreductibles de los principios fundacionales de La Idea. Entonces, a jugar con el poder con la imaginación de la asamblea: impuestos desmesurados a las propiedades unipersonales -las nuestras son cooperativas-, a terrenos no cultivados, montes sin mantener, hogares y edificios vacíos, dificultades a las licencias empresariales personales o sociedades no cooperativas. Hasta que el hastío les haga malvendérnoslas y se larguen. Será la venganza de la asamblea. ¡Por todos los nuestros y nuestras que fueron pero no pudieron!

 Y cada vez seremos más, más anarquistas. Y la comunidad libertaria empezará a rodar.

 Pero no habremos roto con la legalidad burguesa, todavía. Si lo hacemos nos aplastarán con la fuerza de su ejército. Seguiremos, de cara al exterior, el legalismo municipalista. Coyunturalmente nos hará beneficiarios de fiscalidades, subvenciones, servicios y recursos que, de momento, nos vendrán grandes: hospitales, agua, alcantarillado, electricidad… Ya llegará.

 Pero por dentro ¡La Comuna!Quizás todavía con soportes solidarios exteriores, o no. Quizás con redes de producción y distribución recíprocas con núcleos del exterior solidario, efectivas ya por sí mismas y como modelo a reproducir. Si el ejemplo cunde, entonces sí, ya no habrá ejército que oculte la luz del Sol de las mañanas.

Sano kaj a,


*Albert Hola és membre de la redacció d’Antagonistas.