Una mirada a la escuela zapatista

César Silva Montes*

La escuela del movimiento zapatista se construye desde la comunidad, basados en la sabiduría ancestral para ligarla con el pensamiento contemporáneo y formar generaciones que ejerzan la práctica de la autonomía, autogobierno y la diferencia para conservar su dignidad indígena. La experiencia no es un modelo, pero pueden distinguirse las ideas de Paulo Freire de alfabetizar para leer el mundo y transformarlo. Por esto, la educación zapatista es anticapitalista y no se rige por las normas del mercado que expide títulos para cambiarse por dinero; no es mercancía pues nadie paga por aprender y nadie cobra por enseñar; tampoco es un aparato de Estado, porque cada pueblo determina el currículo para desarrollar la colectivización del campo, impulsar cooperativas y las tiendas comunales. A contrapelo de la tendencia global de escuelas que promueven la mentalidad emprendedora, del mérito y de autoempleo, en la educación zapatista se aspira a que las y los jóvenes sirvan a su pueblo, sean solidarios y que los conocimientos no impliquen una jerarquía social.

La educación zapatista es una educación que se autonombra verdadera, porque se diseña desde la comunidad acorde con sus demandas de su rebelión, entre otras, democracia, libertad y justicia.

Los criterios de calidad y evaluación relacionados con la eficiencia y el control de la productividad industrial no existen en la escuela zapatista. Es una propuesta para emanciparse del capitalismo y de sus cuatro ruedas: explotación, despojo, represión y desprecio. La educación zapatista surgió en sus 38 municipios autónomos desde 1994. Es una educación que se autonombra verdadera, porque se diseña desde la comunidad acorde con las demandas de su rebelión, entre otras, democracia, libertad y justicia. Los promotores y promotoras de educación preparan el material didáctico de los cuentos, guías y libros, en colaboración con asesores externos, de acuerdo con las identidades sociales, étnicas y políticas de los pueblos que las ratifican las asambleas y las autoridades del municipio. De ahí la denominación de educación verdadera, porque se desarrolla en contra de los valores y conductas colonialistas, en la cotidianidad los niños y las niñas participan en asambleas.

El sistema Educativo Autónomo Zapatista de Liberación Nacional (SERAZLN) inició en 1997. Sabían que la educación oficial y sus métodos eran incompatibles con la búsqueda de autonomía, por eso en historia incluyeron la trayectoria del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y de otros movimientos sociales. La noción de materia se sustituyó por área, se incluyó el conocimiento de la sustentabilidad del territorio y la agroecología, porque es una preocupación en las comunidades. Con el apoyo y la solidaridad de la sociedad civil, compatriotas e internacionalistas, se elaboraron los planes y programas de estudio y los materiales didácticos. Acordaron que en la escuela autónoma eran prescindibles las boletas de calificación y los certificados de estudio. Asimismo, descartaron los exámenes porque el aprendizaje se verificaría en el desarrollo de su trabajo en un cargo.

Para la educación autónoma de formación de promotores y promotoras de educación se creó el Centro de Formación compañero Manuel. Se les llamó promotores porque no asistieron a la escuela normal a estudiar para impartir clases. Éstos y éstas se eligen por la asamblea comunitaria y serán cesados según el criterio del comité de vigilancia. La aceptación para enseñar es voluntaria y es parte de un compromiso de educar para la liberación. No reciben plazas y deberán trabajar en la milpa, porque se comprometen a trabajar para el sostenimiento de la escuela. Ser promotor o promotora de educación no alcanza para la solvencia económica, ni privilegios en la comunidad, se trabaja por conciencia nada más. Su manutención depende de la comunidad que los ayuda con alimentos, ropa o trabajan en las parcelas en las vacaciones, en la elaboración de artesanías o la crianza avícola. Por tanto, educar implica la dedicación para divulgar el proyecto político, social y económico zapatista que busca la autonomía. En la ESRAZ promotores y promotoras coordinan la escuela en colectivo de manera rotativa y determinan las cuestiones pedagógicas y administrativas.

La autonomía de la escuela empieza con la independencia económica, ideológica y del personal docente del gobierno mexicano. La escuela es gratuita y los comités procuran que cada estudiante cuente con un cuaderno y un lapicero.

El lema de las escuelas zapatistas “Que haya una educación real y que sea para todos”, significa la aspiración de crear conciencia colectiva, didácticas de aprendizaje grupales y no directiva. Es también para la resistencia y el estudiantado no sea individualista. Al egresar se les pide a las y los jóvenes que apoyen las tareas de agroecología, en los centros de comercialización, en las farmacias o alfabetizando. Se educa para servir al pueblo, no para trabajar en favor del capitalismo; tampoco para diferenciar entre quien sabe más o menos. En las comunidades zapatistas para gobernar no se requieren títulos ni grados académicos. Un avance es la asistencia de las niñas a educarse y combatir la marginación. Y la autonomía de la escuela empieza con la independencia económica, ideológica y del personal docente del gobierno mexicano. La escuela es gratuita y los comités de educación procuran que cada estudiante cuente con un cuaderno y un lapicero. Las escuelas reciben apoyo económico y las administran y vigilan las autoridades de los pueblos.

En cuanto a las clases, la pedagogía zapatista establece las actividades de acuerdo con estudiantes y promotores, los horarios son flexibles y no se restringe a un espacio físico. Las sesiones buscan la construcción colectiva y la animación de actividades. Se exhiben videos de la lucha zapatista; se visitan los espacios en donde se desarrollan proyectos económicos; se promueve la convivencia y la alegría con canciones, bailes y debates; se invita a labores voluntarias en la biblioteca o en la siembra. Se impulsa la conversación y la reflexión en colectivo. El fin es lograr autonomía para hacer política con independencia de la clase política y sus partidos, rechazando el autoritarismo y las relaciones de dominio de la vida cotidiana; la diversidad que cuestiona la hegemonía de cualquier tipo a favor de la autogestión y autodeterminación; y la emancipación del capital. Se resisten a dejar ser pueblos indígenas y a liberarse de los finqueros. En su forma de gobierno las comunidades indígenas zapatistas se guían por el mandar-obedeciendo. El pueblo manda y las autoridades obedecen, no se paga por gobernar y los puestos son rotativos y elegidos por las asambleas. 

La educación zapatista contiene tres conceptos ausentes en la globalización educativa de mercado: 1) es pública, porque se diseña desde los pueblos y es un derecho; 2) es libre, pues no dependen el Estado ni de las trasnacionales del dinero o de la cultura para diseñar su currículo, ni certifican al estudiantado como un expediente más en los archivos de la burocracia escolar; 3) es gratuita, nadie paga por asistir a la escuela, ni nadie cobra por enseñar, así la educación no es una mercancía. La educación zapatista no es fetiche en las comunidades para curar todos los males sociales, sino que es una parte de la resistencia política, económica, cultural e ideológica. La educación autónoma se enlaza con el autogobierno, la autogestión de los proyectos de producción colectivos, el fortalecimiento de la identidad y la creación de sus medios de difusión. Por tanto, la escuela zapatista no sigue la senda de convertirse en un aparato de Estado, porque la crean, recrean y conducen los integrantes de la comunidad. No reproduce un discurso de dominación ni de obediencia del poder político o económico. El nexo educación-producción no se orienta a forjar mano de obra asalariada, sino al desarrollo de la colectivización del campo, la constitución de cooperativas y tiendas comunales.

La educación zapatista es un movimiento de resistencia a la globalización neoliberal. Es el intento de la construcción de una escuela antisistémica, porque no responde a la lógica de los rankings, la eficiencia terminal y la vinculación con el empleo. Sin certificaciones ni calificaciones se forma para servir a la comunidad, no a los empleadores. Hasta ahora, tampoco hay una certificación oficial y demuestra que la educación no es tarea exclusiva de instituciones especializadas. Por el momento, en la escuela zapatista se enseña a contracorriente del pensamiento hegemónico global. Pareciera que se educa para lo inexistente. Por ejemplo, que para transformar la sociedad no es indispensable tomar el poder formal del Estado. O construir un gobierno sin políticos profesionales, con cargos rotativos y sin cobrar por ejercerlos, buscando erradicar la división entre quienes mandan y quienes obedecen para alcanzar procesos autogestivos. O la renuncia a toda vanguardia para que en la vida cotidiana la comunidad defina su identidad, viva el mandato y la democracia desde abajo, forjando el autogobierno bajo el principio de mandar obedeciendo y el ser colectivo.

Finalmente, el anhelo de la educación zapatista se sintetiza en la consigna: ¡Para todos todo, para nosotros nada!


*César Silva es profesor e investigador de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (México).


Nota de los editores:  Este texto es una adaptación, realizada para Antagonistas.org por el mismo autor, del artículo ‘La escuela zapatista: educar para la autonomía y la emancipación.‘, publicado en la revista de educación Alteridad. Concretamente, en su número correspondiente a enero-junio de 2019. Os dejamos el enlace al original.