El interés público

Agesilaus Santander (@AgesilausSanta1)*

MARTES, 17 DE MARZO DE 2020

Hace unos años visioné el documental de Marie Monique Robin, El Mundo según Monsanto (2008). En esta investigación, la escritora y periodista francesa, narraba su trabajo durante tres años sobre el primer productor de transgénicos y comprador de semillas del mundo: el grupo Monsanto-Bayer.

Ahora, en tiempos de gripe y puertas giratorias, leo en el periódico que la justicia americana acaba de condenar la empresa a pagar 2 millones de Euros a una pareja de ciudadanos estadounidenses enfermos de cáncer a causa del glifosato. Todos sabemos que el glifosato es un herbicida desarrollado para la eliminación de hierbas y plantas. Lo que no sabemos es que incluso una organización como Greenpeace España o la OMS clasifican el glifosato como “probablemente cancerígeno para los seres humanos”.

El periódico pone énfasis en el hecho que se trata ya de la tercera condena de la justicia americana contra Monsanto. En curso están todavía más de 13.000. Cómo puede ser pues que Monsanto continúe vendiendo su producto estrella: el ROUNDUP?

Seguramente la justicia americana considere que en la duda reside el dolo: es decir, la voluntad deliberada de cometer un delito, a sabiendas del daño que puede causar. Cómo explicar sino las condenas? Cuál es la lógica de fondo en toda esta historia de salud pública y negocio, de lobbys y ciencia?

Detrás del éxito comercial se esconden –nos explicaba Marie Monique Robin- toda una serie de estrategias, como mínimo dudosas, que pretenden ocultar la nocividad real del herbicida. Vamos pues, siempre según la autora, a detallarlas:

1) La primera consiste en crear incertidumbre, duda, mediante estudios elaborados por la pròpia empresa demostrando que el glifosato no es cancerígeno.

2) Científicos de reconocido prestigio internacional son remunerados para elaborar un estudio sin ninguna base científica para dar crédito a los estudios de la propia empresa y desacreditar los resultados contradictorios.

3) Agencias de comunicación como la británica Science media center elaboran falsas entrevistas con falsos periodistas con el objetivo de difundir la idea según la cual el caràcter cancerígeno de su producto es solo un problema de opinión sin ningún fundamento: falsas alarmas.

4) Elaboración de bases de datos personales –declaradas ilegales por el Parlamento Europeo- a partir del modelo de las grandes tabacaleras, con el nombre de personalidades partidarias o detractores de sus actividades comerciales. En estas bases de datos encontramos desde políticos destacados hasta dirigentes sindicales.

Las élites políticas, los grupos de presión, las grandes corporaciones de la ciencia y del comercio nos explican la utilidad de su acción sobre el espacio público. Nos educan y nos vigilan para no pensar de forma autónoma. Su lógica es la del beneficio en nombre de la ciencia y de la salud. Gestores y administradores del capital contra los que debemos militar de forma racional, con criterio, como lo hace Marie-Monique Rubin. Sólo así podremos continuar creyendo en la ciencia.

Ahora entendemos la autorización del glifosato en Europa. Y su aspecto amoral.

*Agesilaus Santander forma parte de la redacción de Antagonistas.org